El presidente Donald Trump se encuentra en el centro de un debate geopolítico de gran envergadura. Mientras Israel libra una guerra abierta contra Irán para frenar su programa nuclear, la Casa Blanca sopesa unirse al conflicto, tras el devastador ataque iraní al hospital Soroka, que dejó civiles muertos y heridos, incluidos bebés en cuidados intensivos.
Desde Jerusalén, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha intensificado su comunicación con el Pentágono y con los principales asesores del mandatario estadounidense. Según fuentes diplomáticas, Israel busca acceso a bombas penetradoras de 14 toneladas y aviones B2 Spirit, elementos clave para destruir las instalaciones nucleares subterráneas iraníes en Fordow.
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Trump en la cuerda floja: presión política y estrategia militar
Aunque Trump declaró que prefiere tomar “la decisión final un segundo antes de que sea el momento, porque las cosas cambian”, la presión aumenta desde Tel Aviv y también dentro de su propio gobierno. Las declaraciones recientes del presidente republicano muestran que aún duda en asumir un rol activo debido a dos factores cruciales:
- División interna en el Partido Republicano y el movimiento MAGA, que teme consecuencias para la política interna.
- La seguridad de más de 40.000 efectivos estadounidenses desplegados en bases militares en Irak, Siria y Arabia Saudita, potencialmente vulnerables a represalias de Irán y sus aliados.
El Pentágono se prepara, aunque la orden aún no llega
En paralelo a la indecisión de Trump, el Pentágono ya ha movilizado su maquinaria bélica hacia Medio Oriente:
- El portaaviones USS Nimitz fue desviado del Mar de China al Golfo Pérsico.
- Dos destructores se posicionaron cerca de Israel para proteger intereses estadounidenses.
- Aviones de reabastecimiento fueron desplegados en Europa como medida de respaldo.
- El general Michael Kurilla, jefe del Comando Central de EE.UU., coordina una posible operación con las Fuerzas de Defensa de Israel.
Kurilla, condecorado por sus misiones en Siria y Afganistán, conoce bien las tácticas de Irán, y está diseñando un eventual plan de acción para neutralizar las centrifugadoras de Fordow, localizadas a 60 metros bajo tierra, imposibles de alcanzar sin los recursos estadounidenses.
¿Intervendrá Trump?
La presión aumenta cada hora. Tras el ataque iraní al hospital Soroka —un blanco claramente civil— el propio presidente de Israel, Isaac Herzog, publicó:
“Un bebé en cuidados intensivos. Una madre a su lado. Un médico corriendo entre camas. Un anciano en un asilo. Estos fueron algunos de los objetivos de los ataques con misiles iraníes contra civiles israelíes esta mañana”.
Mientras Netanyahu evalúa si solicitar una llamada urgente con Trump, Jerusalén espera una respuesta clara que determine si Estados Unidos participará en la ofensiva o limitará su rol a medidas defensivas.
La decisión de Trump será clave no solo para el destino del conflicto, sino también para la estabilidad de Medio Oriente y el equilibrio nuclear mundial.
(Con información de Infobae)