Tlaxcala bajo fuego: seis cabezas humanas y el regreso sangriento de “La Barredora”

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Una mañana teñida de horror

La tranquilidad de Tlaxcala volvió a quebrarse la madrugada del martes. Sobre la carretera que conecta Ixtacuixtla con Nanacamilpa, automovilistas hallaron un escenario macabro: seis cabezas humanas dispuestas como un mensaje de terror.

A un costado, un narcomensaje firmado por el grupo criminal “La Barredora”, organización que autoridades federales habían declarado inactiva años atrás.

El hallazgo, reportado alrededor de las 7:00 a.m., fue confirmado por la policía municipal y la Fiscalía General del Estado (FGE), que de inmediato abrió carpeta de investigación.

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La escena fue acordonada, repitiéndose el protocolo habitual: cintas amarillas, peritos forenses y discursos oficiales de “tranquilidad” que poco alivian a una ciudadanía cada vez más expuesta a la violencia organizada.


El mensaje detrás de la masacre

De acuerdo con las primeras indagatorias, las cabezas pertenecerían a hombres vinculados a disputas criminales por el control de la plaza y el robo de hidrocarburos —negocio ilícito que ha convertido a Tlaxcala en corredor estratégico del crimen.


La Barredora: ¿realmente desaparecida?

La organización “La Barredora” fue señalada como originaria del sureste del país y presuntamente vinculada a redes políticas en Tabasco.

En su momento, autoridades federales aseguraron que había sido desarticulada, pero los hechos de esta semana sugieren lo contrario: nunca desaparecieron, solo bajaron el perfil.

En agosto de 2024, en San Pablo del Monte, fueron localizadas bolsas con restos humanos; en 2018, la laguna de Acuitlapilco se convirtió en escenario del hallazgo de una cabeza humana embolsada. Hoy, los seis cráneos sobre la carretera son un mensaje brutal: la organización busca reposicionarse con violencia.


Huachicol, venganzas y ajustes de cuentas

Fuentes extraoficiales apuntan que la masacre podría estar relacionada con venganzas tras la ejecución de personajes clave en el negocio del huachicol: Arely N., apodada “La Reina del Huachicol”, y “El Señor Guzmán”.

Ambos habrían controlado redes de extracción y distribución de combustible robado, uno de los delitos que más financia a las organizaciones criminales en el centro del país.

La violencia en Tlaxcala no es un hecho aislado. Según el SESNSP, el robo de hidrocarburos y los homicidios dolosos mantienen al estado dentro de una espiral creciente de criminalidad que desmiente la narrativa de “paz y gobernabilidad” promovida por los gobiernos federal y estatal.


Entre el discurso y la realidad

El asesinato de seis personas y la exhibición de sus cabezas revelan un vacío de autoridad preocupante. Mientras las autoridades insisten en mensajes de calma, la ciudadanía enfrenta un territorio cada vez más disputado por bandas criminales que operan con impunidad.

El resurgimiento de “La Barredora” es más que un desafío al Estado: es un recordatorio de que la estrategia de seguridad sigue siendo insuficiente.

Tlaxcala, una entidad históricamente considerada “tranquila”, se encuentra hoy atrapada entre el silencio oficial y la violencia descarnada del crimen organizado.