El asesinato del Subcomandante Roberto Méndez Arreola desvela un entramado de complicidad, impunidad y control territorial en Mexicali. ¿Quién lo traicionó y por qué?.
MEXICALI, B.C. – El asesinato del Subcomandante Roberto Méndez Arreola el pasado 14 de julio ha encendido las alarmas dentro y fuera de las instituciones de seguridad en Baja California.
Con más de dos décadas de servicio, el agente —reconocido por su profesionalismo y bajo perfil— fue ejecutado con saña, en una emboscada planeada con precisión militar, atribuida a la célula criminal conocida como Los Rusos.
Una noche que marcó el quiebre
Méndez, alias “El Barney”, fue emboscado mientras salía de su casa en Lomas Altas, sur de Mexicali. Aunque solo se disponía a realizar un pago, su ejecución dejó en evidencia una red de posibles complicidades.
Dos sicarios lo acribillaron con armas de uso exclusivo del Ejército, dejando 88 casquillos y más de 100 heridas en su cuerpo.
La escena fue registrada por una cámara de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Irónicamente, cámaras como estas han sido solicitadas para remoción por parte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), bajo argumentos de privacidad.
El celular desaparecido y el rol oscuro de otros policías
Uno de los elementos más desconcertantes del caso es la desaparición del celular de la víctima. No fue tomado por los sicarios, sino presuntamente por alguien que llegó a la escena minutos después del crimen y antes que la policía.
Autoridades presionan a la familia para entregarlo, negándose incluso a liberar el cuerpo mientras no lo hagan, aunque estos insisten en que no lo tienen.
Fuentes internas de seguridad han confirmado a este medio que policías municipales filtraron información sobre la ubicación del Subcomandante y colaboraron indirectamente en su emboscada. Se señala específicamente a un agente de apellido Esparza como posible enlace con los atacantes.
¿Quién era “El Barney”?
Méndez no tenía antecedentes, no estaba en ninguna lista de interés ni aparecía en reportes de Sindicatura o inteligencia interna.
A finales del 2024 fue promovido a Subcomandante de la zona más crítica del Valle de Mexicali, una región dominada por Los Rusos, organización encabezada por Jesús Alexander Sánchez Félix o José Ponce Félix.
Aunque rechazó sobornos y participó activamente en capturas contra esta organización, su honestidad pareció condenarlo en un entorno donde la línea entre autoridad y crimen organizado se desdibuja cada vez más.
La hipótesis: una venganza tras una persecución
Dos días antes del crimen, el 12 de julio, ocurrió un evento detonante: una persecución en la zona sur que involucró a un convoy de vehículos ligados a Los Rusos.
Uno de los implicados sería El Misil o El Pistón, joven sicario que custodiaba a un cabecilla. Méndez lideró la respuesta policial y, aunque no hubo detenciones, el hecho habría enfurecido a los criminales.
Se especula que también influyó una previa negativa del Subcomandante a aceptar sobornos y su participación en un operativo que desmanteló una célula armada de Los Rusos, lo que selló su destino.
Crímenes relacionados: ¿un mismo patrón?
El homicidio de Méndez guarda similitudes con otros dos recientes: los hermanos Gerardo y Ricardo Tamayo Meza, relacionados con tráfico de personas.
Ambos fueron asesinados con el mismo calibre y patrón balístico, lo que sugiere que el mismo grupo de sicarios ejecutó los tres crímenes.
Uno de los principales sospechosos es “El Grillo”, sicario conocido de Los Rusos, señalado como autor material de múltiples ejecuciones.
¿Y la justicia?
Hasta la fecha, no hay detenidos. La Fiscalía General del Estado de Baja California no ha emitido ningún comunicado detallado ni avances sustanciales sobre el caso.
El Subcomandante Méndez es ahora parte de una estadística dolorosa: en los últimos 15 años, solo tres mandos han sido asesinados en activo en Mexicali. El suyo, sin embargo, parece el más turbio y politizado.
Este asesinato no es solo un crimen. Es un mensaje de advertencia en una ciudad donde el crimen organizado se ha infiltrado hasta en las filas policiales.
La ejecución del Subcomandante Méndez demuestra que ni la lealtad ni los años de servicio protegen cuando se enfrenta a mafias que operan con información privilegiada y protección institucional.
La aparente indiferencia de las autoridades, sumada a la presión sobre la familia de la víctima, refleja una justicia debilitada. La población de Mexicali merece transparencia, protección y respuestas claras.
Llamado a la acción
Es urgente una revisión interna de las corporaciones de seguridad. El manto de impunidad que protege a policías coludidos debe levantarse, y se requiere una fiscalización ciudadana real.
Los ciudadanos pueden exigir justicia y transparencia directamente a través de los siguientes medios:
Roberto Méndez Arreola no era un héroe con capa, pero sí un policía que decidió no ceder ante el crimen. Su muerte no puede quedar impune.