Las comunidades amazónicas de Mayantuyacu, Dos Unidos y Nueva Alianza, ubicadas en el distrito de Puerto Inca, región Huánuco, buscan posicionarse como un circuito turístico alternativo que combine sanación ancestral con experiencias vivenciales, naturaleza y cultura viva.
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En un contexto donde el interés global por el uso ceremonial de la ayahuasca continúa en aumento, estas localidades apuntan a formalizar su oferta turística a nivel nacional.
Sin embargo, representantes locales advirtieron que el estado precario de las vías de acceso es uno de los principales obstáculos para su despegue.
Durante una conferencia de prensa, solicitaron al Gobierno Regional no solo mantenimiento básico, sino proyectos de asfaltado que permitan dinamizar la llegada de visitantes.
De lo ancestral al circuito internacional
Uno de los destinos más reconocidos es Mayantuyacu, liderado por el maestro asháninka Juan Flores, quien ha desarrollado un modelo de sanación a través del ayahuasca que atrae especialmente a turistas de Canadá, Estados Unidos y Europa.
Estos visitantes pagan hasta 500 dólares por una estadía de siete días, que incluye sesiones ceremoniales, caminatas por la selva y exploración del río Hirviente, considerado lugar sagrado por la comunidad.
“Este ritual no es una alucinación sin sentido”, explicaron los voceros. “Es un proceso espiritual profundo, acompañado de música ceremonial y contención emocional”.
Las ceremonias están guiadas en todo momento, y participan asistentes formados, entre ellos visitantes extranjeros que colaboran en la ejecución ritual, como una joven francesa que acompaña los cantos con flauta mística.
Turismo sí, pero con responsabilidad
El auge del turismo espiritual también ha traído consigo preocupaciones sobre la proliferación de prácticas informales.
Los representantes comunitarios alertaron sobre la presencia de personas sin formación ni respeto por la medicina ancestral que ofrecen ceremonias sin garantías de seguridad.
Esta situación no solo representa un riesgo para los visitantes, sino que también daña la reputación de las prácticas tradicionales.
“Hay que saber a quién acudir. Una ceremonia con ayahuasca requiere preparación, respeto y acompañamiento. No se trata de una experiencia recreativa”, enfatizaron.
Agricultura, artesanía y sostenibilidad
Además de la sanación, las comunidades trabajan en actividades económicas complementarias. En Dos Unidos y Nueva Alianza cuentan con 73 hectáreas de cultivos de maíz, yuca, cacao y frutas, así como producción de artesanías en madera, metal y textiles.
El proyecto recibe asesoría técnica del Instituto de Bienestar Comunal (IBC) para fortalecer la sostenibilidad del territorio.
Los programas turísticos varían según el perfil del visitante. Mientras que las experiencias vivenciales duran entre dos y tres días, los programas de sanación pueden extenderse hasta una semana.
El circuito entre las tres comunidades cubre solo 42 kilómetros, pero debido a las malas condiciones del camino, no es posible recorrerlo completo en un solo día.
Iquitos: una opción segura y estructurada
Para quienes buscan una experiencia con ayahuasca en un entorno más accesible, con alojamiento cómodo y protocolos de acompañamiento establecidos, existe también la posibilidad de acudir a centros especializados en ciudades amazónicas con mayor conectividad.
En Iquitos, por ejemplo, opera La Casa del Jaguar, un centro holístico que realiza ceremonias guiadas de ayahuasca y huachuma (San Pedro) en un ambiente seguro, ético y profesional, sin perder el enfoque espiritual ni el respeto por la tradición.
Este tipo de espacios ofrecen a los visitantes contención emocional antes, durante y después del proceso, integrando la medicina ancestral con prácticas de preparación e integración que se ajustan a las necesidades del viajero moderno.
Un llamado al reconocimiento oficial
Al finalizar la presentación, los líderes comunales solicitaron a las autoridades la creación de un corredor turístico oficialmente reconocido, así como el diseño de campañas de promoción cultural que visibilicen el potencial de Huánuco como destino espiritual y vivencial.
La selva peruana sigue siendo un espacio de encuentro entre tradición y transformación. Ya sea en comunidades profundas como Mayantuyacu o en centros estructurados como La Casa del Jaguar en Iquitos, el llamado de la medicina ancestral está más vivo que nunca.
El desafío ahora es garantizar que ese llamado sea escuchado con respeto, seguridad y visión a largo plazo.