Narcos Toman los Hospitales: Médicos Bajo Amenaza en México

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Salvan vidas… pero a costa de las suyas.


Un campo de batalla disfrazado de hospital

En México, el juramento hipocrático ha sido secuestrado por el crimen organizado. Lo que deberían ser espacios de cuidado y atención médica han sido convertidos, por la violencia y el miedo, en zonas de guerra silenciosa.

En Guanajuato —uno de los estados más golpeados por la violencia entre cárteles— médicos, enfermeras y personal de salud están siendo forzados a atender a sicarios heridos bajo amenazas de muerte. La consigna es clara: o salvas al delincuente… o tu familia paga las consecuencias.

“Te vamos a levantar aquí mismo”

Un médico que habló en exclusiva con Noticias Telemundo relató cómo los narcos lo llaman de madrugada para obligarlo a asistir a sus heridos. “Nos dicen que están cerca de donde vivimos y que si no atendemos al paciente, nos van a levantar. Y no es un decir. Lo cumplen”.

La voz del médico tiembla al narrar cómo hombres armados toman las entradas de hospitales, decomisan celulares, desactivan protocolos de seguridad como el Código Plata y amenazan directamente a todo el personal. “Llegan con armas largas. No hay opción. Solo obedecer y rezar que no se molesten”.


Hospitales tomados, quirófanos secuestrados

Según el analista de seguridad David Saucedo, los hospitales en zonas controladas por cárteles funcionan como verdaderas clínicas clandestinas. “Secuestran médicos, enfermeras, bancos de sangre, quirófanos. Los heridos del narco entran, son operados, y salen a seguir matando”, afirma.

Esto no es un hecho aislado. La Clínica San Fermín, ubicada en Guanajuato, fue utilizada hasta hace pocos años por el Cártel de Santa Rosa de Lima como centro de recuperación para sus sicarios. En 2022, el CJNG irrumpió, asesinó a dos hombres e incendió el lugar. Hoy permanece abandonado.


La normalización del horror

“Uno vive con angustia. Esto no debería ser normal para nosotros”, dice el médico, quien afirma que muchos compañeros han pedido licencia, permisos o incluso han huido de sus plazas.

La doctora Guadalupe Correa-Cabrera, experta en narcotráfico y migración, explica que estos hechos reflejan la grave pérdida de control del Estado mexicano sobre partes de su territorio. “La corrupción y la impunidad han permitido que los grupos criminales se fortalezcan y funcionen como gobiernos paralelos”, sostiene.


El deber moral en jaque

Aunque su vida corre peligro, el médico entrevistado reconoce que su vocación lo obliga a atender al herido, sea quien sea. “Lo primero es salvar la vida de esa persona, independientemente de la situación o los señalamientos. Son seres humanos. Pero nos deja marcados. Es traumático”.

El dilema ético es brutal: ¿Qué pasa cuando salvar una vida te obliga a poner en riesgo la tuya? ¿Dónde queda la línea entre la compasión profesional y la complicidad forzada?


¿Y el Estado?

Lo más alarmante es la ausencia de protección para el personal médico. No hay protocolos efectivos, no hay escoltas, no hay garantías. En muchas regiones, los profesionales de salud trabajan completamente desamparados. Pese a denuncias y reportajes, las autoridades guardan silencio o minimizan el impacto.

En un país donde los cárteles dictan las reglas en hospitales, el juramento de “no hacer daño” se ha convertido en una sentencia de muerte para quienes solo querían curar.


¿Hasta cuándo?

El crimen organizado no solo ha cooptado territorios, rutas y economías; también ha invadido el núcleo ético del país: su sistema de salud. La violencia no se queda en las calles; ahora también se cuela en los quirófanos.

México necesita más que discursos: requiere garantías reales para que sus médicos no tengan que salvar vidas con un arma apuntándoles a la cabeza.