La inauguración del Megapuerto de Chancay en noviembre de 2024 fue celebrada como un gran avance para la infraestructura del Perú. Con una inversión de más de US$3.400 millones, la obra, impulsada por COSCO Shipping Ports y Volcan Compañía Minera, prometía conectar el Pacífico Sur con Asia, facilitando exportaciones de arándanos, aguacates y minerales hacia China, y vinculándose a la Nueva Ruta de la Seda.
Sin embargo, a seis meses de su apertura, el puerto no solo enfrenta problemas logísticos y la falta de una Zona Económica Especial, sino también una creciente amenaza: el avance de la mafia y el crimen organizado en la provincia de Huaral.
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Chancay bajo fuego: Extorsiones y atentados
Desde la apertura del puerto, la violencia se ha desbordado en Chancay. Según comerciantes locales, se han registrado al menos cinco balaceras entre enero y abril de 2025. La explosión de dinamita en negocios y los asesinatos selectivos reflejan un patrón común: las víctimas se negaron a pagar cupos.
Uno de los testimonios más alarmantes es el de Vladimir Cantoral, presidente del Frente de Defensa por la Dignidad y Libertad de Chancay. “En 44 años nunca he visto este nivel de delincuencia”, declaró. Relató cómo recibió llamadas y mensajes amenazantes, incluso con videos donde mafiosos exhiben armas y exigen dinero bajo amenaza de poner una bomba en su hogar.
Cuando acudió a la comisaría a denunciar, encontró a otros comerciantes en la misma situación. La respuesta de la policía fue contundente: “Esto es de todos los días”.
Mafias que acechan el Megapuerto
De acuerdo con reportajes periodísticos, múltiples mafias se disputan el control de las actividades ilícitas en torno al megapuerto:
- Los Pulpos (Trujillo)
- Los Monos de Quepepampa (Huaral)
- Antitren o Puros Hermanos Sicarios (PHS) (Ancón, Ventanilla y Callao)
Estas organizaciones, muchas de ellas ligadas al narcotráfico, buscan utilizar el megapuerto como punto estratégico para el tráfico de drogas, extorsión y control económico en la zona. Los audios enviados a los comerciantes sugieren vínculos con mafias del Callao, consolidando una red criminal que trasciende lo local.
Un riesgo para el desarrollo
La expansión de estas mafias no solo representa una amenaza directa a la seguridad de los ciudadanos y empresarios locales, sino que también pone en riesgo el éxito del proyecto portuario. La violencia y la falta de control estatal podrían disuadir la inversión extranjera, erosionar la competitividad regional y obstaculizar el desarrollo económico que el megapuerto pretende impulsar.
Además, la ausencia de una Zona Económica Especial, sumada a la escasa infraestructura vial y la falta de profesionales capacitados, complica aún más el panorama en una región que debería estar proyectándose hacia el progreso.
“Queremos que el Estado se haga responsable”, exige Cantoral, señalando que los ciudadanos están quedando en medio de una guerra por el control del tráfico de drogas y otras actividades delictivas.
La población pide acciones concretas y urgentes. Se requieren operativos de inteligencia, presencia policial permanente, políticas de prevención y coordinación interinstitucional para frenar el avance de las mafias en esta zona clave del país.
La historia del Megapuerto de Chancay no debe ser solo la de una obra colosal conectando continentes, sino también la de una comunidad que logró repeler a la mafia y restaurar la paz. La seguridad debe ir de la mano del desarrollo económico, y el Estado no puede permitir que el crimen organizado se adueñe de un proyecto que podría transformar el futuro del Perú.
(Con información de Infobae)