Un baño convertido en escena del crimen
El sábado 16 de agosto, en un domicilio de Temixco, Morelos, la violencia del narcotráfico volvió a cobrar la vida de una figura mediática. Camilo Ochoa, conocido como El Alucín en redes sociales, fue abatido a tiros dentro de un baño.
Su muerte no solo es otro eslabón en la cadena de ejecuciones ligadas a la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa, sino también parte de un fenómeno más complejo: la persecución contra un grupo informal de celebridades, bautizadas como “Los Sapitos”.
La escalada de muertes entre influencers y artistas
Con el asesinato de Ochoa suman ya seis los presuntos colaboradores o simpatizantes de los Chapitos asesinados desde octubre de 2024.
Entre ellos figuran vendedores, influencers y hasta familiares de creadores de contenido. La violencia parece seguir una lógica de limpieza social dirigida contra quienes fueron señalados públicamente como “aliados” de la red financiera de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán.
Los casos más notorios incluyen:
- El Chilango, un joven que grababa su trabajo como vendedor de dulces, ejecutado el 19 de octubre de 2024.
- El Jasper, influencer investigado en EE.UU. por presunta distribución de fentanilo, hallado muerto el 23 de noviembre.
- Gordo Peruci, asesinado el 9 de diciembre tras días de hostigamiento.
- Adrián Antonio López Iribe, hermano de un youtuber, acribillado el 12 de diciembre.
- Gael Castro Cárdenas, hermano de Markitos Toys, ejecutado el 28 de marzo de 2025 en Ensenada.
Los panfletos que marcaron objetivos
El 9 de enero de 2025, en plena disputa entre los Chapitos y los Mayos, comenzó a circular en Culiacán un panfleto firmado por la facción de Ismael “Mayito Flaco” Zambada.
En él aparecían 25 nombres y rostros de artistas, influencers y personajes locales etiquetados como “prestanombres, abusones, alucines y violentos”.
El documento los agrupaba bajo el mote de “Los Sapitos”, un término usado en el mundo criminal para referirse despectivamente a traidores o delatores. Sin embargo, distintas versiones sostienen que la etiqueta fue una burla de los Mayos hacia los Chapitos, jugando con la similitud fonética entre “Chapitos” y “Sapitos”.
La peligrosa frontera entre fama y narcotráfico
Entre los señalados destacan figuras del entretenimiento y la música como Peso Pluma, Roberto Tapia, Fidel Oswaldo Castro y creadores de contenido como Markitos Toys, Conejo Toys, Padrinito Toys, El Compa Camarón, entre otros.
También aparecen familiares directos de algunos de ellos, lo que expone el nivel de presión y violencia que se ejerce sobre entornos cercanos.
El panfleto dejaba claro el mensaje: “Vamos por todos y cada uno de ustedes”.
Influencers bajo la mira
El caso de “Los Sapitos” abre un debate inquietante: la exposición mediática y la ostentación en redes sociales pueden convertirse en sentencia de muerte en regiones donde la delincuencia organizada marca las reglas.
En un escenario donde la narcocultura y el espectáculo se entrelazan, artistas e influencers corren el riesgo de ser percibidos como engranajes de estructuras criminales, incluso cuando su vínculo real no esté comprobado.
La historia de El Alucín y el grupo etiquetado como Los Sapitos revela la fragilidad de la frontera entre la fama digital y el crimen organizado en México.
La estrategia de los Mayos de exhibir públicamente a figuras con millones de seguidores no solo las convierte en blanco, sino que también envía un mensaje de control social: la popularidad no protege de la violencia, sino que puede amplificar el peligro.
En este contexto, queda claro que en la guerra entre Chapitos y Mayos no solo mueren sicarios: también caen aquellos que, por cercanía, amistad o mera apariencia, fueron puestos en la lista negra.