Un video que ha causado conmoción en China muestra el momento en que un taxista es salvajemente atacado por un pasajero con un arma blanca.
Las imágenes, difundidas por las autoridades chinas, muestran al conductor luchando desesperadamente por su vida, hasta que finalmente logra detener el vehículo y huir para salvarse. El ataque le dejó heridas graves y requirió atención médica de emergencia.
Según fuentes oficiales, la liberación del video tiene como objetivo concientizar sobre un problema que va más allá de la violencia: las enfermedades mentales.
La policía local informó que el atacante padecía un cuadro psiquiátrico severo, pero no mostraba signos externos de alteración al momento de abordar el taxi.
Este hecho subraya una realidad preocupante: cualquier persona, sin importar su apariencia, puede estar atravesando una crisis profunda de salud mental.
La salud mental: una crisis silenciosa que el mundo debe atender
El incidente en China no es un caso aislado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 970 millones de personas en el mundo viven con algún trastorno mental o de adicción.
La estabilidad emocional y psicológica es un pilar esencial para la convivencia social y la seguridad pública, pero sigue siendo un tema estigmatizado o ignorado en muchos países.
En Perú, por ejemplo, la situación es alarmante. Según el Ministerio de Salud (MINSA), alrededor de 6 millones de peruanos sufren de algún problema de salud mental, y solo el 20 % recibe atención especializada.
La pandemia de COVID-19 agravó esta crisis: los casos de ansiedad y depresión aumentaron en más del 30 % en los últimos cuatro años.
A pesar de esta emergencia sanitaria, el presupuesto asignado para salud mental en Perú sigue siendo irrisorio: menos del 3 % del presupuesto general de salud se destina a este rubro.
Expertos y asociaciones civiles critican duramente al gobierno peruano por no implementar políticas públicas efectivas, como la ampliación de los Centros de Salud Mental Comunitarios o campañas masivas de sensibilización.
Un llamado urgente
La salud mental no puede seguir tratándose como un problema secundario o privado. Los casos como el ocurrido en China revelan el impacto social devastador que puede tener una crisis no tratada.
Es imperativo que las autoridades peruanas —y de todo el mundo— entiendan que invertir en la salud mental es invertir en la seguridad, el bienestar y el futuro de la sociedad.
Mientras tanto, millones de personas continúan viviendo en silencio, luchando contra trastornos invisibles, en una sociedad que muchas veces no les ofrece apoyo ni comprensión.