“Esos lujos no los tiene ni Obama”: Los hijos de AMLO y su vida de reyes en el extranjero

Hombre con gafas en evento deportivo en Loreto, Perú, capturado en fotografía del sitio Loreto Noticias, en un entorno concurrido con otros asistentes y actividades al aire libre.

La familia López y el fin de la “pobreza franciscana”

La narrativa de la austeridad republicana que marcó el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se derrumba ante una serie de evidencias que apuntan a una nueva élite política con apellido López.

Mientras el exmandatario predicaba desde el púlpito presidencial la “pobreza franciscana” como estilo de vida, sus hijos vivían, y siguen viviendo, en un mundo de privilegios, lujos y conexiones internacionales difícilmente justificables con ingresos lícitos.

Los viajes, las marcas de diseñador, los relojes de lujo y los vehículos de alta gama se han convertido en parte del día a día de los herederos del poder, generando serios cuestionamientos sobre el discurso de honestidad y sencillez que López Obrador convirtió en bandera de su gobierno.

Andy en Tokio: Prada, hoteles de lujo y compañías incómodas

La más reciente polémica involucra a Andrés Manuel “Andy” López Beltrán, actual secretario de organización de Morena y aspirante a posiciones de poder, entre ellas la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México o incluso la Presidencia de la República.

Andy fue captado en Japón, hospedado en un hotel de lujo y saliendo de una boutique Prada, acompañado de un diputado federal —exasistente personal de su padre— y un empresario que ha sido beneficiario de contratos millonarios con gobiernos afines a Morena.

Su viaje coincide con una ausencia en sus responsabilidades políticas y revela una red de relaciones que sugiere el uso del poder para fines personales. Este episodio se suma a una lista cada vez más larga de extravagancias financiadas, aparentemente, desde las sombras del poder.

Jesús Ernesto: champagne, nacionalidad española y estudios en Europa

Jesús Ernesto López Gutiérrez, el menor de los hijos del expresidente, tampoco ha pasado desapercibido. Tras concluir sus estudios en un prestigioso y costoso colegio británico, fue visto en un exclusivo centro nocturno en España.

Todo apunta a que continuará sus estudios universitarios en ese país, lo que ha desatado polémica, especialmente luego de que su madre, Beatriz Gutiérrez Müller, solicitara la nacionalidad española. Esto, a pesar de haber sido protagonista de una disputa diplomática con el mismo país europeo al exigirle disculpas por la conquista.

Jesús Ernesto ha sido grabado bailando en la piscina de la mansión texana que habitaba su hermano José Ramón, fumando cigarrillos electrónicos en oficinas del Palacio Nacional —sustancia que su padre posteriormente prohibió—, y consumiendo alcohol en lugares exclusivos siendo aún menor de edad.

Su comportamiento exhibe un descaro que contrasta brutalmente con el discurso presidencial de honestidad y buen ejemplo.

La “Casa Gris” y la red de influencias petroleras

Pero fue José Ramón López Beltrán quien inauguró esta galería de excesos. La “Casa Gris” en Houston, Texas, se convirtió en símbolo del doble discurso.

La mansión fue rentada por José Ramón y su familia y es propiedad de un ejecutivo de Baker Hughes, empresa que recibió contratos millonarios con Pemex justo después de que comenzaran a habitar la residencia.

No solo habitaba una propiedad de lujo, también se desplazaba en una Mercedes-Benz valuada en 1.5 millones de pesos y lucía relojes Rolex con un valor superior a los 8 mil dólares durante juegos de béisbol.

Su estilo de vida desentonaba por completo con el relato de un gobierno que se decía enemigo de la corrupción y del privilegio.

¿Y la austeridad del presidente? Un mito más

El propio Andrés Manuel López Obrador tampoco fue ajeno al lujo. Aunque en campaña se desplazaba en un modesto Tsuru, al llegar al poder no dudó en cambiarlo por una flotilla de camionetas Chevrolet Suburban.

Tan solo su residencia en Palacio Nacional representaba un gasto mensual de 6 millones de pesos para el erario público, según estimaciones independientes.

El contraste entre el discurso y la realidad no podría ser más estridente. Mientras el país enfrentaba recortes a programas sociales, desaparición de fideicomisos y desmantelamiento de instituciones, los hijos del entonces presidente viajaban por el mundo, adquirían bienes de lujo y se preparaban para continuar la dinastía.

Reflexión final: ¿la nueva monarquía mexicana?

Lo que se vive en México es, en muchos sentidos, la consolidación de una nueva clase política hereditaria. Ya no se trata solo del poder, sino del estilo de vida que este les garantiza a quienes lo detentan.

La familia López ha demostrado que la “cuarta transformación” también incluye una transformación patrimonial de dimensiones escandalosas.

La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto de esto se financió con el dinero del pueblo? Y más aún, ¿cuántos más dentro del círculo cercano del poder repiten este mismo patrón?