La confesión que sacudió a México y Estados Unidos
Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los narcotraficantes más poderosos de las últimas décadas, se declaró culpable en una corte federal de Nueva York de dos cargos relacionados con narcotráfico y crimen organizado.
En una audiencia breve pero histórica, el capo sinaloense, de 76 años, aceptó haber encabezado durante décadas al Cártel de Sinaloa junto con Joaquín “El Chapo” Guzmán, hoy condenado a cadena perpetua en Colorado.
“Culpable”, respondió Zambada en español con voz casi apagada, al admitir su papel en la operación criminal y reconocer que “promovió la corrupción de policías, mandos militares y políticos” en México.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos confirmó que la sentencia se dictará el 13 de enero de 2026, y que el narcotraficante deberá pagar una multa de mil millones de dólares, además de la incautación de bienes relacionados a sus operaciones ilícitas.
Un imperio construido sobre la corrupción
El caso de Zambada no es un simple episodio judicial: expone la fragilidad del sistema político y de seguridad en México. Durante más de tres décadas, El Mayo logró mantener su liderazgo sin haber pisado una celda, tejiendo redes de complicidad con autoridades civiles, militares y policiales.
El propio capo admitió en la corte haber financiado sobornos a altos mandos para garantizar la operación del cartel, lo que pone en entredicho el compromiso del Estado mexicano en la lucha contra el crimen organizado.
De los campos de amapola al Cártel de Sinaloa
Nacido en 1948 en El Álamo, Sinaloa, Zambada se inició en el cultivo de marihuana y amapola antes de integrarse al Cártel de Guadalajara en los años ochenta. Tras la fragmentación de esa organización, consolidó junto a El Chapo Guzmán el Cártel de Sinaloa, considerado uno de los más poderosos del mundo.
Su estrategia fue clara: alianzas internacionales, control de rutas logísticas y una estructura descentralizada que dificultó durante décadas su captura. No obstante, la caída en julio de 2024, junto a Joaquín Guzmán López —hijo de El Chapo—, selló el inicio del fin de su hegemonía criminal.
¿Qué significa su caída para México?
El proceso judicial contra El Mayo abre un nuevo capítulo en la relación México–Estados Unidos en materia de seguridad.
Aunque la justicia estadounidense celebra un triunfo simbólico, el trasfondo es más complejo: el poder del Cártel de Sinaloa no desaparece con la condena de su líder, pues la organización cuenta con nuevas generaciones al mando.
Lo verdaderamente crítico es la revelación pública de décadas de corrupción institucional. ¿Quiénes fueron los políticos y militares que recibieron sobornos? ¿Habrá voluntad política para investigarlos?
La respuesta a esas preguntas determinará si el caso de El Mayo representa un quiebre real en la historia del narcotráfico o si, una vez más, solo se castigará a un individuo mientras las redes de impunidad permanecen intactas.