La ofensiva de Estados Unidos contra el narcotráfico expone la magnitud del poder criminal del cártel y abre el debate sobre la efectividad de las estrategias antidrogas.
Un operativo sin precedentes
La Administración de Control de Drogas (DEA) anunció una de sus operaciones más grandes contra el Cártel de Sinaloa, considerada la organización criminal más poderosa de México y una de las más extendidas del planeta.
Entre el 25 y el 29 de agosto de 2025, las autoridades arrestaron a 617 personas, incautaron 480 kilos de polvo de fentanilo, más de 11 millones de dólares en efectivo y 420 armas de fuego.
En total, también se confiscaron 714 mil pastillas falsificadas, 2.209 kilos de metanfetamina, 7.469 kilos de cocaína y 16,55 kilos de heroína, además de activos valuados en 1,6 millones de dólares.
El cártel bajo la lupa internacional
La DEA asegura que el Cártel de Sinaloa cuenta con decenas de miles de integrantes, asociados y facilitadores en al menos 40 países. Su estructura global le permite controlar la producción y distribución de drogas sintéticas como el fentanilo, sustancia que, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), está vinculada a más de 70.000 muertes por sobredosis al año en EE.UU.
La designación del Cártel de Sinaloa como Organización Terrorista Extranjera (FTO) en febrero de 2025 por la administración Trump reforzó la prioridad de su desarticulación.
Esta clasificación coloca a la organización en el mismo nivel que grupos como Al Qaeda o ISIS, lo que habilita herramientas legales y financieras más agresivas contra sus operaciones.
La narrativa oficial y las críticas
El administrador de la DEA, Terrance Cole, afirmó:
“Cada kilogramo de veneno incautado, cada dólar confiscado a los cárteles y cada arresto que realizamos representa vidas salvadas y comunidades defendidas. La DEA no cejará hasta que el Cártel de Sinaloa sea desmantelado por completo”.
Sin embargo, la ofensiva antidrogas despierta interrogantes. Pese a los millonarios decomisos y cientos de arrestos, la experiencia histórica muestra que los golpes a las organizaciones criminales suelen fragmentarlas, dando paso a células más violentas y difíciles de controlar.
Diversos analistas señalan que la estrategia punitiva no ha frenado la expansión del narcotráfico ni reducido el consumo en EE.UU., lo que evidencia un fracaso estructural en las políticas de “guerra contra las drogas” iniciadas hace más de cuatro décadas.
Una crisis de salud pública
La propia DEA reconoce que la ofensiva no es solo policial, sino parte de un esfuerzo interagencial que involucra al Grupo de Trabajo de Seguridad Nacional (HSTF) y socios internacionales.
No obstante, la crisis del fentanilo exige más que operativos: requiere estrategias de prevención, educación y acceso a tratamientos para la adicción.
¿Golpe decisivo o ciclo repetido?
La magnitud del operativo refleja la capacidad de coordinación internacional contra el crimen organizado, pero también expone la resiliencia y capacidad de adaptación del Cártel de Sinaloa.
El interrogante persiste: ¿estos megaoperativos significan un golpe definitivo o son solo un episodio más en un ciclo interminable donde las organizaciones se reconfiguran y resurgen bajo nuevas formas?
Lo cierto es que, mientras la demanda de drogas sintéticas siga creciendo en EE.UU. y otros mercados, los decomisos y arrestos serán apenas un paliativo ante un problema de raíz mucho más complejo.